Desde una salida con amigos hasta algo tan habitual como la lectura de un libro o el desayuno, a muchas nos resulta inconcebible saltarnos el paso de tomar la foto para [inserta el nombre de tu red social favorita aquí]. Pero, ¿qué tan cierto es lo que estamos mostrando en nuestras redes sociales?, o peor aún, ¿realmente estamos llevando una vida fuera del mundo 2.0?
Conectividad en exceso
Para nadie es un secreto que el boom del social media y la posibilidad de estar siempre conectados cambió la manera de relacionarnos, pero a pesar de la genialidad que pueden representar los avances tecnológicos, cada vez son más las personas que reducen su vida a las apariencias en el universo 2.0.
A social Life es un cortometraje viral que evidencia esta realidad. En él podemos ver cómo una joven chica llamada Meredith comparte a diario su rutina de ejercicios, la dieta que sigue o cuán guapa puede ponerse para una cita; pero su vida real se limita a la soledad que la encierra dentro de cuatro paredes, un teléfono inteligente, y una fachada de mentiras como mejor arma para su cacería de likes. El vídeo, dirigido por Kerith Lemon, cuenta con premios en Australia y Estados Unidos.
Una vida de apariencias
Algunos lo llaman poser, o postureo. Se trata de un término empleado en el contexto de las redes sociales para referirse a formas de comportamiento que responden más a la necesidad de mantener una imagen que a la actitud propia, pasión o motivación.
Tal como te lo contamos en este artículo, Essena O´Neill es una joven modelo australiana que ejemplifica los estragos de esta tendencia. Con solo 12 años de edad, se sumergió en el mundo de las redes sociales, donde se dedicó a publicar fotos de un estilo de vida idílico, con un cuerpo envidiable, las mejores prendas y escenarios, como si de la cotidianidad misma se tratara.
Fue así como Essena alcanzó más de 700 mil seguidores en su cuenta Instagram. Pese a esto, ella notaba que su vida era más infeliz cada día y la obsesión por cuidar cada detalle de sus publicaciones, no paraba.
“Pasé de los 12 hasta los 16 años deseando recibir la validación de los números en una pantalla. Pasé la mayoría de mi adolescencia absorta en mí misma y tratando desesperadamente complacer a los demás. De los 16 a los 19 me autoedité para hacer ver que mi vida era hermosa, positiva y brillante”, comenta.
Essena se vio en la necesidad de grabar un vídeo para compartir su experiencia. Además, eliminó de su perfil más de dos mil fotos y publicó nuevamente algunas de ellas, pero esta vez, con la verdad detrás de cada imagen. Su meta ahora es concienciar respecto a los estándares irreales de vida que en muchos casos son promovidos a través de las redes sociales.
Poser vs. Influencer
Ahora bien, en el mundo 2.0 también existen los llamados influencers. Según lo reseñado en el portal www.40defiebre.com, estas son personas que “cuentan con cierta credibilidad sobre un tema concreto, y por su presencia e influencia en redes sociales puede llegar a convertirse en un prescriptor interesante para una marca”.
Los influencers, a diferencia de los posers, tienden a ser personas que se identifican con lo que hacen y lo disfrutan, no persiguen el reconocimiento, sino que su autenticidad se los garantiza, al igual que el nivel de credibilidad. En pocas palabras, el secreto de su éxito está en su genuinidad.
En un mundo viciado por las nuevas tecnologías, el verdadero reto del día a día es lograr desconectarse para vivir a plenitud. El mundo no se va a paralizar porque no postees un día, ni tu reputación se arruinará porque no edites una foto antes de publicarla. No temas mostrarte genuina en tus redes sociales; sé tú la excepción de la regla en una sociedad abarrotada de estereotipos.
Y tú, ¿estás viviendo lo que posteas?
