Vivimos en un mundo donde la percepción general de la belleza no es más que el producto de concepciones personalistas -de marcas comerciales influyentes- y figuras representativas a nivel mediático; esto ha derivado en la desvirtuación de la belleza misma; es decir, la completa separación de su concepción y esencia original. Hoy día, las mujeres se martirizan y autoflagelan por alcanzar los parámetros irreales e inalcanzables que nos venden las revistas: la “hermosura” ficticia de rostros inexistentes.
Bajo esta premisa, la agrupación musical Boggie -un proyecto liderado por Boglárka Csemer- alcanzó el éxito en redes con el videoclip de su primer single, Parfüm, donde se puede observar en tiempo real cómo la vocalista húngara es sometida a una transformación de su belleza física natural a una “chica glamorosa” en cuestión de minutos. De esta manera, se evidencia el papel que juega el photoshop en la adaptación y creación de una imagen “aceptable” mediáticamente.
“Soy Prada, Hugo Boss, Channel, Giorgio Armani, Cartier, Azarro, Sisley, Escada, Gucci, Naf Naf, Nina Ricci, Lancôme, Kenzo y más, mucho más. Soy Bruno Banani, La Bastidane, Estée Lauder, Guerlain, Burberry, Thierry Mugler, Bourjois, Chloé, Jean-Paul Gautier, Valentino y no sé qué más. ¿Cuál elijo?, ¿por qué escojo?, ¿quién quiere que elija? No soy su producto. Soy bella, preciosa, ellos no me van a cambiar. Incomparable, sin igual. El nuevo perfume es ser yo misma, el nuevo perfume soy yo…”. Así reza la letra del tema “Perfume” –originalmente en húngaro- contando con gran aceptación, convirtiéndose en viral con más de 7 millones de vistas para la fecha.
Más allá de tus preferencias, de tu tipo de cuerpo y estilo, los estereotipos de belleza implantados por el mundo no te definen. Eres una obra de arte original, hermosa y única. El mismo artista que creó la luz con su voz, separó los mares, pintó los cielos y la tierra, definió sus frutos y sopló vida a simple barro esculpido; decidió guardar lo mejor de su inventiva y originalidad para el final… Fue así como te marcó con su sello de autenticidad y te dio nombre: MUJER. Así que ¡brilla! Y que sea esa esencia que hay en ti la que realmente aromatice a quienes te rodean, más allá de un perfume de marca.
Por Andrea Colina
